ACERCA DE TI

En un pueblo perdido más allá de las montañas, la gente hablaba de un hombre conocido simplemente como El Bailarín . Nadie sabía quién era en realidad, pero de vez en cuando, bajo la luz de la luna, sus pasos resonaban suavemente en la plaza vacía del pueblo, donde el miedo era su único compañero.

En el centro del pueblo se alzaba una antigua estatua de un corazón partido en dos. Para la gente, representaba el inevitable dolor de la vida, el que surge cuando dejas que el miedo te guíe. Pero El Bailarín nunca pareció verlo así. Bailó frente a la estatua como si conociera un secreto que los demás no podían entender: el corazón no estaba roto, sino abierto.

Aparecía sólo de vez en cuando, como una figura divina, y cuando lo hacía, allí estaba, bailando delante del corazón. Todos lo observaban, pero nadie se atrevía a preguntarle nada.

Hasta que una noche, un joven curioso lo siguió. Temblando, pero decidido, le preguntó: “¿Cuál es tu mayor miedo?”. El Bailarín respondió rápidamente, escabulléndose con una sonrisa: “No tener ninguno”.

Intrigado, el joven insistió: “¿Es por eso que bailas como si nadie te estuviera mirando?”

De pronto, sin saber por qué, el niño empezó a sentir un ritmo en su interior, como si un espíritu se hubiera apoderado de su cuerpo. Los habitantes del pueblo, sobrecogidos por el espectáculo, observaban con asombro y confusión.

El bailarín , sin detenerse, respondió: “¿Entiendes ahora? El miedo no está en ser visto, sino en vivir la vida esperando ser comprendido”.